Mamá

Prepara el ají pique
y no puedo saber nunca
si sus lágrimas al repique
son por la cebolla junca.

Sus pasteles proverbiales
nos brindaron sabrosura,
cual caricias maternales
aliñados con ternura.

Ella me enseñó a rezar
con la fe del carbonero
de todo peligro y azar
he salido bien entero.

Al colegio fui con ropa
que ella en la singer nos cosía
trabajaba viento en popa
para evitar la carestía.

¿Qué decir de su cocina?
Alimento para el alma,
en la casa parlanchina
solía brindarnos la calma.

Me enseñó buenos modales
agradecerle a la vida,
aún por estos andurriales
a la alegría nos convida.

Atender bien la visita
de su credo esto hizo parte,
es sagrado quien se invita
compartir es todo un arte.

Mi mamá a diez hijos dio a luz,
Salazar e Isaza con zeta
y para llevar esta cruz
tuvo que hacer mucha gambeta.

De imaginación un derroche
mostraba en las temporadas,
trasteo llevado en un coche
¡huy¡ no es cualquier pendejada.

Entre flores fue princesa
pues llevaba sus perfumes,
las plantas sentían fineza
daban ternura en arrumes.

Y también tenía su genio
ponía la gente en su lugar,
para charlar tenía ingenio
y evitó siempre lo vulgar.

Aquí a mi mamá le digo
la simple palabra gracias,
me supo brindar abrigo
en sus brazos cual acacias.

A mis hermanas y hermanos
hoy déjenme que les diga,
estrechémonos las manos
y Dios la madre bendiga.

Pensemos en los ausentes
mi mamá les lleva ramos
y tengamos bien presente:
de ella venimos, ahí vamos.

Preguntó por el más allá:
- ¿Creés que se encuentre la gente?
- ¿Temés encontrar a papá?
- No. Si allá no hay aguardiente…

Hoy compartamos el llanto
con familiares y amigos,
la vida sigue su canto
¡Mucho los siento conmigo!

En bordados fue artista
se dedicó a tejer lazos
para limar las aristas
y así evitar los zarpazos.

Nunca se olvidó la infancia
así fallara su memoria,
de la poesía y su fragancia
¡ay¡ fluía cariño la noria.

Pido perdón de rodillas
poco escuché tus consejos,
voy a enmendar la planilla
pa’ llegar como tú, a viejo.

Ya con esta me despido
perdonen todo lo malo,
mamá toda no ha partido
pues somos del mismo palo.


Fin

© Jorge Salazar Isaza