© Jorge Salazar Isaza
Corren, corren por las ramas
y saltan de gajo en gajo,
ardillas en su trabajo
guardan nueces y avellanas.
El invierno está a las puertas
ya no hay tiempo que perder
el hambre las va a joder
sin provisiones cubiertas.
Preparan los escondites
antes que la luz se apague,
algunas hacen amague
pa' que el robo así se evite.
Cada cual en su memoria
registra la ubicación
de decenas de ración:
sobre el invierno victoria.
La ardilla Luna es ajena
a todo aquel entramado,
no se ocupa del bocado
pues ella tiene otra faena.
Luna, cantora oficial
de aquella tribu de ardillas,
compone las seguidillas
que serán su recital.
Todas proveen el sustento
de la muy querida artista
y por esto nadie chista
su canto brinda contento.
El bosque viste de gala
en las noches del invierno,
del tronco hueco fraterno
se eleva voz de bengala.
Mas corre un año tan aciago
tiene como maldición.
¿Comida? Ni el cascarón
se encuentra por estos pagos.
Al parecer esta vez
pocos árboles dan su fruto,
se van a vestir de luto
las ardillas sin su nuez.
Como peste cunde el hambre
la provisión escasea
a las arditas de la aldea
les queda poco pelambre.
Los conflictos son legión
cualquier bocado es disputa
que batallas tan abruptas
estallan sin ton ni son.
Más que el hambre, más que el frío
será pronto la violencia
quien suplante la carencia
antes que acabe el estío.
Las ardillas advirtieron
que Luna se daba maña
de hallar pan en la maraña
que los pequeños comieron.
Aquello era sospechoso:
el alimento brindado
no había sido aprobado,
de esa miel comía el oso.
¡Huy! que crimen tan horrendo
romper de ardillas la dieta,
proponer otra receta
pa’ los cachorros creciendo.
Se convocó juicio urgente
por semejante blasfemia,
aquello era peor pandemia:
imposible ser clementes.
Sí, la culpable era Luna,
a nadie le cabe duda.
Quien el alimento muda
causa maldición: hambruna.
La condenan a la horca
ya tienen listo el bejuco,
que espectáculo tan cuco
colgar la que todo emporca.
Dos pequeñas, sin embargo,
trepan alto de la liana
con prisa roen esa rama
do pende Luna a lo largo.
Y cae la ardilla en el acto,
rauda huye a la espesura
la asamblea queda en pavura
presa por aquel impacto.
También el par de ardillitas
se ocultan por pilatuna
que la vida salva a Luna.
Más que raro: quedan ahítas.
Viéndolo bien esa rama,
el sabor de aquel bejuco,
no tiene nada maluco
y vuelven a comer con gana.
No cae mal el alimento
comparten entre pequeñas
que empiezan a dar señas:
buen apetito y contento.
Los adultos ya se antojan
de la liana comestible
que la vida hace posible
pues afuera el hambre arroja.
Torna Luna a dar concierto
su voz a lo alto se eleva,
hoy la tribu bien se lleva
no fue necesario muerto.
Fin
¡Qué buen cuento Jorge! Tiene gracia, ritmo y movimiento. Además, mantiene el suspenso. Es muy agradable leerlo, pues disfruto de tu imaginación que me parece muy viva y original. Estos últimos escritos en forma cuento rimado son geniales para los niños.
Muchas gracias
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