De violencias…

(1) Pa’ rimar sobre violencias le pido ayuda a los santos, es algo que existe tanto… Segunda naturaleza que a todos nos atraviesa, instinto de cal y canto. (2) No trato solo de agresión, que siempre es la de los otros, hablo de rabia en el rostro que nos toma por la mano después de atravesar un llano montados en brioso potro. (3) De la inclinación a matar, ya sea con una cauchera un pájaro cualquiera que no tiene culpa alguna, sólo la mala fortuna ¡ay! de cantar a la vera. (4) No existe mayor enigma en todo el género humano que matar a un hermano por la recóndita envidia que nos sume en la perfidia de ver sangre en el pantano. (5) El hombre lobo pa’l hombre propensos a la violencia carecemos de sapiencia pa’ convivir bajo la paz, la rivalidad contumaz nos embrolla la conciencia. (6) Allí un par se dan machete en una arena movediza, se hunden hasta la camisa y no paran la refriega, el pantano los anega se los traga la ojeriza. (7) Samaniego es un clásico de los libros de lectura con la materia de escritura lo aprendimos en la escuela. Hoy el nombre deja secuelas, es un lugar de tortura. (8) Pues ahora son las masacres quienes enseñan geografía: montañas y ríos a porfía son subrayados en rojo. Los muertos en los rastrojos, el dolor en cartografía. (9) Después del baño de sangre llegan las autoridades: un ramo de veleidades. ¿Alivian con su presencia? Tan solo marcan la ausencia de Estado ¡Qué soledades! (10) Los señores de la guerra afincan sus territorios a base de tripitorios esparcidos por el suelo. ¡Ay! la gente sin consuelo es presa de los emporios. (11) Para hacer un negocio, bien acrecentar tus acres: planificas la masacre… Después mandas tinterillo a comprar tierras baratillo. ¡Que el modelo se consagre! (12) Ya lo dijo Heráclito El rey de todo: el combate. Con los humanos embates ¡Ay! se construye la historia, pues ella es como una noria en donde la sangre late. (13) Humilladas y ofendidas, víctimas claman justicia más solo cunde sevicia pa’ los débiles y pobres. Su llanto de agua salobre, corre cual sola caricia. (14) Vivimos tiempos bárbaros. La vida solo florece cuando los niños se mecen con los cantos de ternura. Su risa futuro augura, es la paz que se merecen. (15) “¡Ei! jefe déjeme matar” suplica el joven paraco en masacre por Turbaco. Pa’ asesinar ser inerme ya su conciencia bien duerme, fue a la escuela, la de Caco. (16) Y da mucho para pensar de sangre tanto diluvio, la explosión del Vesubio se le queda en pañales, catástrofes naturales apenas son subterfugio. (17) El matar se vuelve vicio contra el quinto mandamiento y se expande un sentimiento: tras el crimen la mentira si el muerto estaba en la mira bien merece su tormento. (18) Si, nos cuesta mucho aceptar: la víctima es inocente. La tendencia de la gente está al lado del verdugo: al que le caiga ese yugo seguro que no es decente. (19) En este lago de sangre ya remamos más de mitad, toca seguir en la ebriedad es por el bien de la nación, matar líderes por montón es base de prosperidad. (20) Para el mal del terrorismo ha sido peor el remedio. Aún con legales medios se quiere acabar la guerra: pelos de la misma perra nos mantienen en asedio. (21) La persecución nos arrea a los humanos cual jauría nos mandamos en correría tras señalar un culposo, no importa si es un mocoso que solo hizo una tontería. (22) Vale huevo si es inocente lo importante es el sepelio, sea Chucho, Jacinto o Delio. El todo es que haya finado pa’ que escarmiente el poblado. Pregúntele al Evangelio. (23) Por retirarle el agua al pez se ensañan contra civiles. Las masacres, actos viles, el campo plantan de abrojos, sumen la gente en congojo en vez de azadón: ¡fusiles! (24) Si, la tierra es el almendrón del conflicto fratricida. Con el alma envilecida se concentra la propiedad. ¿Del campesino la heredad? Las penas, la empobrecida. (25) Dirigentes cicateros abundan como maleza ninguno tiene entereza: ponerse en lugar del pobre. Solo se gastan un cobre en pro de su clase obesa. (26) Todo lo adornan con giros, expertos en galimatías gramáticos en pasantía la sangre los deja frescos. Retóricos cantinflescos, carecen de toda empatía. (27) Se enamoró pa’ matarlo, es una agresión gratuita. La tomba no necesita dar descargas sin ton ni son, al golpearlo sin compasión la vida a Javier le quita. (28) No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Pa’ que violencia no embista y a todos ponga en suplicio van a ofrecer sacrificio, ya tienen bobo a la vista. (29) Así funciona este rito que llaman chivo expiatorio, el remedio es transitorio la historia así lo demuestra, la sangre a diestra y siniestra remplaza el conversatorio. (30) ¿A quién le duelen los hijos de los pobres y ofendidos? Una mano de bandidos del Estado tiene el poder, si el pueblo se deja joder aún tendrá el culo partido. (31) La violencia no es solución, tampoco la pasividad. Impulsa tu capacidad de luchar por tus derechos, te volverás más arrecho: buen regalo de Navidad. (32) Se fueron a chupar caña: los picaron a machete. “Los jóvenes al retrete” parece ser la consigna y los auxilios se asignan sólo a los grandes zoquetes. (33) Y la codicia es la misma De Alaska a la Conchinchina, la angurria nos empecina a correr tras la ganancia. Las ciudades sin fragancia, las playas todas cochinas. (34) Tras el afán de negocio la producción se desboca y la calidad se apoca. La natura paga el pato ¡ay! por tanto malbarato el clima también se aloca. (35) Se calientan los ánimos al fragor de la disputa. La lluvia, de forma bruta, muchas riveras anega. Todavía hay quienes lo niegan ¿ciegos? como un hijueputa. (36) También existe la violencia en contra del medio ambiente: ¡Selva! ¡Oh destrucción ingente! caen árboles y animales en aras de gananciales, perjuicio pa’ mucha gente. (37) Sacar oro de un páramo, eso es tirarle a la madre. Se produce tal desmadre en aguas y reservorios, sólo se lucra un emporio ni queda perro que ladre. (38) Hacerle guerra al planeta es como mochar la rama en que un hombre se encarama pa’ conseguir alimento. Dinero no es condimento en pasteles de mi mama. (39) Proteger el ciudadano deber del agente Soto, si le dan pistola y moto trabaja por cuenta propia, a Estado deja en inopia. ¿Quién nos protege de Soto? (40) Me produce harta tristeza ver tanto muerto insepulto, llegan y matan al bulto después los desaparecen. Nadie esa suerte merece, a Satanás rinden culto. (41) La Apocalipsis revela de la violencia el contagio, se va a cumplir el presagio: mucho ojo al diente por diente el mundo será pira ardiente al guiarnos por este adagio. (42) Claro, la guerra es un duelo. “A la salida nos vemos” se sube hasta los extremos. La sangre llama más sangre la razón torna vinagre, solo se escuchan los yelmos. (43) ¿Y cómo para la espiral? Provocar la rivalidad agudiza la vanidad. “Mijo, no se deje cariar y no se ponga a chicaniar. Ahí nace la calamidad.” (44) Copiar el deseo del otro, mirar el plato vecino: “a este le tocó más vino, seguro tomó mi puesto además me tiene molesto, si da papaya, lo timo”. (45) La violencia no es súbita. En un corazón amargo entra el odio sin embargo. Comparación es encono y no habrá mejor abono: la sangre corre a lo largo. (46) Piensa uno que pasó lo peor. No más cortes de franela ya se acabó la candela… Pero el horror es tozudo y los hombres cual boludos nunca prenden una vela. (47) Si, conversión o barbarie. Y no es pa’ volverse beato, la humanidad sin recato es un volador sin palo. La sangre me vuelve malo si mandamientos no acato. (48) Paremos tanta hipocresía, deshagamos el entuerto: el pueblo pone los muertos mientras disfruto la finca, la guerra a todos nos pringa y no es cosa de mamertos. (49) Para mermar la violencia cada quien traiga su grano y de la envidia el gusano extirpemos en el pecho. Ya el corazón está gecho pa’ perdonar al hermano. (50) Por aquí paro estas coplas de tema tan peliagudo. Ojalá la ley del embudo no les haga pagar el costo: pa’l pueblo todo lo angosto… Ya saben a lo que aludo. Fin
© Jorge Salazar Isaza