Hoy me provoca cantar al santísimo Evangelio un texto que ha sido mi helio en mi largo divagar. Cual un perdido planeta que no comprende su rumbo avanzo de tumbo en tumbo quiero llegar a la meta. ¡Si! la fe de mis mayores yo recibí como herencia pues ha sido mi querencia entre tantos sinsabores. Los rejos de las campanas las andas en procesión, el incienso a profusión de rezar me dieron ganas. Tiranía de mi padre la violencia en el hogar las lágrimas de mi madre, rosarios pa’ sosegar. Las lecturas de la abuela tan llenas de resplandor las novenas cual escuela, “Las sandalias del pescador”. Mi primera comunión no la hice por el regalo, en estampita con halo mi imagen en oración. Pues yo quería ser bueno en este mundo sin ley, al niño Jesús puse heno también a la mula y el buey. El catecismo de Astete ejercicio de memoria, teología de caspete gran concurso de oratoria. Entrecerraba los ojos pa’ descomponer la luz, en la capilla de hinojos ver la cena de Jesús. Las parábolas: mi cuento. Cuando el buen samaritano se comporta como humano me ponía muy contento. Evangelio: buena nueva, el reino de Dios tan cerca como el agua de mi alberca que con su amor nos abreva. Y más que recuerdos píos o ánimo de predicar solo les quiero contar lo que me alivia de fríos. Perdonar el enemigo al fin aceptar el regalo, con el odio yo me embalo se me infecta hasta el ombligo. No minimizo la afrenta quiero que se sepa el hecho y que el dolor en mi pecho sane conducta sangrienta. Poder llamar a Dios: ‘Abba. Papá, le canta Joe Arroyo desde el baile lo llamaba pa’ que nos brinde su apoyo. La pista viene del griego “pistis” quiere decir fe, creer en lo que no se ve más se oye o palpa, cual ciego. Creo en la resurrección no por formal argumento, de la humana condición más berraco el nacimiento. A este estamos habituados ¡oh! sempiterno misterio, muerte: paso al otro lado me vuelo del cementerio. No porque merezca premio, espero el perdón cual bohemio que se duele por el mundo y perdona hasta Raimundo. Cuando contemplo la cruz pienso en chivos expiatorios, inocentes cual Jesús en los hornos crematorios. Pues Herodes y Pilato no se veían ni en pintura, el día de la tortura formaron el “amigato”. La crucifixión revela la violencia soterrada que llevamos en parihuela al culto de la sangrada. Turba de sangre sedienta a Jesús lleva al calvario más Dios la vida se inventa: provisional el sudario. Ya no hay griego ni judío y tampoco macho ni hembra, semillas de misma siembra reciben el regadío. Fin
© Jorge Salazar Isaza