Décimas de miles

© foto, Annie Drese.
(1)
Padre que estás en el cielo,
tanta crueldad en el mundo
torna la vida algo inmundo.
La sangre clama del suelo.
Quienes sirven de señuelo
para cobrar recompensa
mueren cuando menos piensan.
Esperan hallar trabajo:
con una bala ¡Al carajo!
engrosan cifras de prensa.

(2)
Llaman falso positivo
este crimen alevoso,
con su ritmo cadencioso
se convierte en vomitivo.
Repulsa lo admirativo
de carrera militar.
Cuando el vicio de matar
se vuelve razón de Estado,
ya no queda ni el pegado
del honor por respetar.

(3)
¿Solo manzanas podridas?
Al parecer son parcelas
con empresas paralelas:
cambian ventajas por vidas.
Se los llevan a escondidas
por aquellos andurriales,
los matan peor que animales
luego simulan batallas
con prendas de toda talla,
minucias poco formales.

(4)
Botas nuevas y al revés,
la gorra sin orificio,
el tiro del sacrificio
en plena sien, de una vez,
esto parece entremés.
Más la sangre verdadera
riega aquella rastrojera
con un llanto monocorde.
Pregunto: ¿quién dio la orden
de montar la ratonera?

(5)
Lo buscaron en Ocaña
su hijo estaba muy perdido.
¿Qué destino mal nacido
lo llevó por tierra extraña?
Subieron una montaña,
los cuerpos en una fosa:
allí nadie se reposa,
el ánima sigue en pena.
El muchacho en hora buena
lleva en su pecho una rosa.

(6)
Ser joven, auto de fe,
sin empleo y bajo de punto
el Zarco habló del asunto:
iban a coger café.
“Al principio me zafé,
de tan bueno no dan tanto
más otros bajo su encanto
me vendieron la aventura
y no hallé ni sepultura,
mi familia solo llanto”.

(7)
Este crimen es desprecio
por el pobre, por lo humano.
La violencia queda en manos
¡huy! de asesinos a precio.
El Estado un adefesio
de los blanqueados sepulcros
que se las pican de pulcros
y matan por interés.
“!Qué tienes, cuánto valés!
Cuál es mi margen de lucro?”

(8)
Hay tanto muerto insepulto
¡ay! todavía sin sosiego
muchos humildes labriegos
asesinados al bulto.
Esto se trata de un culto
que arroja sangre por ríos.
En el alma escalofrío
al ver malevo campante,
es del demonio talante
matar por simple albedrío.

(9)
Pena de muerte gratuita.
Cual buitres en mortecina
¡si! la violencia fascina
y no es por causa fortuita
pues la dirigencia incita
a crear la unidad de cuerpo.
Cuando no hay proyecto cuerdo
solo queda el sacrificio,
los victimarios de oficio
nos borran hasta el recuerdo.

(10)
Poderoso mecanismo:
fabricar chivo expiatorio
y vender el envoltorio
como si fuera el heroísmo.
Esto es hacer terrorismo,
envilecer autoridad.
Quien ve por seguridad
y usa armas de cuenta propia
la moral deja en la inopia,
quebrada la sociedad.

						 

                               © Jorge Salazar Isaza. 

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